La Cuaresma es un tiempo de “reformas” interiores. Siempre se ha entendido como un tiempo de penitencia y conversión…¡y lo es! Los que han estado metidos en reformar la casa o un espacio determinado saben de lo que hablo. Reformar la vida implica mucho de penitencia, de soportar la dificultad, de forzarse a sí mismo. La conversión nos llama también a ver nuestro pasado y tratar de, a la luz de lo visto y descubierto, poner nuestra vida en sintonía con Dios. Podríamos decir, así, que la Cuaresma es un tiempo para “aplicarse” en aquello que Dios ha soñado para la humanidad: un proyecto de vida que pasa por la entrega de la misma, a pesar de lo que eso supone de “renuncia” interior a otras muchas cosas.
Pero la Cuaresma es, también, un camino en el que se nos van apuntando, poco a poco, en qué podemos ir asentando nuestra vida. Si utilizáramos la metáfora del móvil, nosotros seríamos el móvil físico, actualizado a la última versión por el amor tremendo de Dios (¿recuerdas lo que vimos en Adviento?) y al que vamos añadiendo aplicaciones, apps, que nos van permitiendo explorar y exprimir nuestra vida al máximo. Tanto como para decir, al final de nuestra Cuaresma, ¡aquí estoy!, como hizo Jesús en su entrega al plan de Dios.
¿Ahora vas entendiendo de qué habla nuestra Cuaresma?
Esta Cuaresma te proponemos “applicarte”, ir poco a poco, a la luz del Evangelio, sacando lo mejor de ti para prepararte al “aquí estoy” de Dios en la entrega en la Cruz.
Este será nuestro modo de dar una vuelta más al lema de AQUÍ ESTOY.
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Miércoles de Ceniza |
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