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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: ‘Me voy y vuelvo a vuestro lado.’ Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.”
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LA PAZ ¿ES IMPOSIBLE?
¿Quién no se apuntaría a construirla si la paz fuera posible? Muchos lo han intentado. Algunos han pagado con sus vidas. Otros se han agotado en vano intento. Otros han creado guerras y dictaduras para conseguirla.
Hoy, muchos se apuntarían, ¡pero es tan difícil! No merece la pena ni el esfuerzo...
Y es que la paz es, ante todo, un DON. No podemos ser tan presuntuosos de creer que, algo tan precioso, lo podemos construir con nuestras torpes manos. Es un don que viene del Resucitado. De aquel que pagó con su muerte el precio que imponía la injusticia humana.
Y así, renunciando a conseguirla por nuestros medios, pero abriéndonos al don y dejándonos transformar por su promesa, podemo caminar al encuentro del que es diferente, del que me irrita, del que me provoca actitudes agresivas, del que está diametralmente opuesto a mi sentido común... y humildemente ofrecerle compartir, no mi paz, sino la del Resucitado, la que une, la que da esperanza, la que crea vida, simplemente porque no es de nadie: solo de Dios, y el la da porque quiere. |
Propuestas para que la Pascua no se te escape de las manos
1. Bebe para no tener sed.
Si esta Semana Santa has sentido algo intenso, si alguna vez sentiste que Dios llenaba de sentido y de amor tu existencia..., no puedes dejarlo morir. Vé a la fuente a beber el agua de la vida. Reserva 10 minutos díarios de tu día a establecer contacto con él de nuevo. Intenta mirarte a ti mismo, a través de sus ojos de Padre.
2. Hazle un sitio al Amigo
Reserva un espacio para Dios en tu habitación, como si fuera un amigo que va a convivir contigo una temporada. Haz una especie de "santuario", con los símbolos de la pascua, con aquellos objetos, frases, posters que te evoquen su presencia. Eso hará que se haga más presente en tu vida.
3. Lo que no se da se pierde.
Has recibido mucho. Intenta dar algo a los demás. Revisa tu vida y mira a ver qué actitud debes corregir. ¿Hay algo que debas empezar a hacer? ¿Hay alguien que necesita tu ayuda? Piensa algo concreto y ¡Hazlo! Verás cómo la fuerza de la resurrección se multiplica a través de tus manos y, sobre todo, de tus hechos. ¿Te imaginas lo que puede llegar a hacer el Resucitado a través de ti si tú le dejas?
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La paz de Jesús
Hay que dar por supuesto que todos los discípulos, todos los creyentes, desean guardar la Palabra de Jesús. Pero eso no significa, ya lo hemos visto más arriba, obedecer miméticamente lo que dicen los apóstoles y presbíteros de Jerusalén. El tiempo va haciendo también su discernimiento. El pueblo cristiano tiene un “sentido de la fe” que hay que saber respetar. La Iglesia no es una estructura basada en una disciplina de tipo militar.
La Iglesia es una comunidad de hombres y mujeres libres que buscan juntos hacer presente el Reino en nuestro mundo. Todos tenemos una palabra. Todos deben ser escuchados. Los conflictos son normales y serán siempre oportunidades para escucharnos más unos a otros y dejar que nos llegue al corazón la verdad del hermano. La comunión es una realidad que va más allá de las ideas. Se funda en la fe en Jesús resucitado.
La paz de Jesús se construye escuchando juntos la Palabra, dando tiempo para la escucha mutua, asumiendo los conflictos y dando tiempo para que las personas y las comunidades vayan haciendo su camino. La paz, el respeto mutuo, la aceptación del otro tal como es, son los signos de la comunión en lo fundamental al tiempo que de la aceptación de la natural diversidad de la comunidad cristiana. De lo que se trata no es de ser iguales ni de pensar lo mismo sino de seguir a Jesús Resucitado, de escuchar su Palabra y, sin miedo, llevarla a la práctica, creando fraternidad, esperanza y vida en nuestras vidas y en las vidas de todos los que nos encontramos al paso.
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