¿sabes que quiere Dios de ti? revista juvenil

Ora un ratito

Padre,

no nos dejes caer en la tentación:

Hoy te pedimos que acompañes nuestro caminar para que no caigamos en:

la tentación de sentimos superiores a nadie,

la tentación de querer tener de todo,

la tentación de saber de todo, de estar "a la última",

la tentación de acumular, de tener "por si acaso",

de que nos sobren cosas,

la tentación de defender nuestro prestigio con uñas y dientes,

la tentación de vivir únicamente centrados en nuestro propio ombligo,

la tentación de sestear la vida en vez de vivir la con intensidad e ilusión,

la tentación de dejarnos buscar,

esperar a que salgan a nuestro encuentro,

la tentación de dejar el mundo como está,

sin comprometernos en su transformación,

la tentación de no pedir favores, para no sentirnos necesitados de los demás,

la tentación de no reutilizar lo propio y ajeno, para ser más austeros,

la tentación de las conversaciones triviales, de los ocios basura,

la tentación de no interesarnos por los otros con empatía y ternura,

la tentación de preocuparnos demasiado por las cosas, en vez de ocuparnos,

la tentación de vivir una vida sosa, rutinaria y mediocre, en vez de vivida a tu manera,

la tentación de no crecer, no madurar, no cambiar, no evolucionar,

la tentación de querer ser como todo el mundo, intentando agradar a todos,

la tentación de la superficialidad, de la trivialización, de la falta de espiritualidad,

la tentación del poder, del querer manipular, de controlar la vida de otros,

la tentación de no vivir la Vida en abundancia que tú nos ofreces,

la tentación del estrés, las prisas y el activismo, sin contemplar, sin rezar, sin descansar en ti,

la tentación de ser más Martas que Marías, más acción que contemplación,

la tentación de vivir sin ti, de olvidarte, de no incluirte en nuestro día...

Señor, vivimos como tú, tentados,

pero ayúdanos para que no caigamos en las tentaciones

o sepamos levantarnos y volver a empezar,

hasta que contigo lleguemos a la total liberación.

 

 

 

 

 

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TIRA DEL HILO

 

¡Un hilo en mi traje nuevo!

Iba tan orgulloso de mi aspecto, con mi traje impecable y todo bien combinado. Los demás se paraban y me saludaban con respeto.

Hasta que me di cuenta de que un hilo salía de la solapa de mi chaqueta. Un hilo afeaba la elegancia de mi traje.

Tiré de él y, en vez de romperse, deshizo toda la costura... Tiré más fuerte y el traje entero desapareció hecho un ovillo. "Qué vergüenza", pensé. "Ahora todos me verán desnudo".

Corri a esconderme pero, de repente, ante un espejo descubrí, que debajo de mi disfraz, quien estaba era yo.

 
 

Dinámica

Se necesitan: un ovillo de hilo o lana por persona, tijeras, papelitos.

Muchas veces nuestro corazón es como un ovillo de lana o de hilo. En principio está unido, parece perfecto, fuerte porque está madejado. Pero a veces se deshace, se cortan las hebras, se deshilacha con nuestras actitudes egoístas y con nuestros errores.

Toma tu ovillo. Piensa en los errores y meteduras de pata que has cometido en los últimos meses. Por cada defecto, metedura de pata o mal comportamiento que tú reconozcas corta un trozo de hilo (como de unos 15 cm).

Mira ahora cada trozo. Trata de identificarlo, de ponerle nombre. Piensa si esa metedura de pata te llevó a romper con alguien o causó dolor o molestia a alguna persona en especial. Intenta pensar cómo vas a arreglar lo que estropeaste. Escríbelo en un papel y átalo con un trozo de hilo. Vas a comprometerte en solucionar ese problema con esa persona concreta. Para ello vas a guardar en tu bolsillo el papelito con el cordel, para que sirva de recuerdo.

Puede que alguno de los hilos cortados simbolize algún defecto o error tuyo que no tiene nada que ver con los demás. En ese caso tendrás que reconciliarte en presencia de Dios. Solo él puede decirte que no pasa nada, que tú eres más grande que tu error. En este caso te invitamos a escribir en el papel una pequeña oración a Dios, o un texto de la biblia que te haya ayudado, o una frase que te dé esperanza.

Puede ser también que alguno de tus hilos cortados simbolice una actitud o un comportamiento que querrías tener y no has tenido hasta ahora (p.e. ayudar a alguien, ser más solidario, estudiar más, compartir lo que tienes, etc.)

Cuando te vayas reconciliando o vayas solucionando alguno de estos asuntos, ata el trozo de hilo correspondiente al ovillo principal. Date cuenta que el hilo, en vez de hacerse más débil con cada corte, se hace más fuerte con cada nudo.

 

Para compartir en grupo

¿Cómo te has sentido a la hora de pensar en tus errores?

¿Quieres leer algo de lo que has escrito?

¿Qué crees que debes hacer para arreglar lo que no va bien en tu vida?

¿Vas a pedir ayuda a alguien?

¿A qué te vas a comprometer? ¿Con quién lo vas a hacer? ¿Cuándo? ¿Dónde?

¿Te sientes mal contigo mismo por algún defecto tuyo o algún acontecimiento pasado? ¿Crees que Dios puede ayudarte a reconciliarte contigo?

 

Un cuento: Las cinco madejas

El rey, en su avaricia, había apresado y encarcelado a Háyarat Isa, a quien todo pueblo veneraba y reverenciaba como a hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. El rey sabía que el pueblo veneraba al santo, y pagaría.

Pagaron mucho, en efecto, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado. Una viejecita de un pueblo muy lejano se enteró también de lo que sucedía y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran cinco madejas recién hiladas. Las tomó y se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate.

La gente, al verla pasar, se contaban unos a otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. ¿Qué valían cinco madejas de hilo en un rescate de millones? Algunos incluso se lo decían a la cara y la disuadían de su empeño.

Pero ella seguía su camino y contestaba: “No sé si pondrán en libertad a Háyarat Saheb o no. Lo único que pretendo es que cuando Dios en su juicio me pregunte qué hice yo cuando Háyarat Saheb estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada”. Y presentó su ofrenda.

El rey, a cuyos oídos había llegado ya su historia, liberó al hombre de Dios.

Sabemos que el alma de la humanidad está en la cárcel. ¿Cuándo nos pondremos en camino con nuestras cinco madejas?

Carlos G. Vallés