|
|
¿Cuántas miedos?
Piensa por un momento en los buenos propósitos que se te ocurren y terminas de realizarlos. ¿Por qué no los haces? Por miedo. Elabora una lista de los miedos que te bloquen y te sorprenderás porque son muchos. Tu vida pertenece al miedo. La mayoría de tus decisiones las tomas por temor, al que dirán, a lo que pueda pasar, a perder lo que tienes, a no conseguir lo que ansías. Y no te das cuenta de que el miedo ya es, en sí mismo, un fracaso.
Bájate en esta parada un rato. Siente como Jesús se acerca a ti y te dice "Yo tampoco te condeno". Y verás cómo tus miedos que, a veces tienen rostro, irán dejando caer sus piedras y se desaparecerán. Está brotando algo nuevo, también dentro de ti, ¿No lo notas? |
Cuarto domingo |
|
Tercer domingo |
|
Segundo domingo |
|
Primer domingo |
|
|
|
No perder el tren
Es muy común en nuestra cultura comparar la vida con un tren que solo pasa una vez y que hay que estar atento para no perderlo.
La cuaresma es igual. Las oportunidades que Dios nos ofrece no son infinitas. Es verdad que él es eternamente paciente. Pero nosotros solo tenemos el presente para cambiar. Es hoy cuando se nos da una oportunidad que no podemos cambiarla por la de mañana. Hoy es el tiempo. Hoy es la hora. Por eso la idea de los carteles de esta cuaresma invitan por un lado a aprovechar la oportunidad, a “ponerse las pilas”, a poner en alerta todos nuestros sentidos, no sea que se nos escape la oportunidad. Por otro lado invita a algo aparentemente contradictorio: a pararse. Para no equivocarse de tren es necesario estar en la parada con tiempo y hacer silencio para poner en orden nuestro mundo interior.
De ahí la invitación a bajarse en las siguientes paradas:
- No perder el tiempo;
- Reiniciarse o morir;
- Estoy hecho polvo pero sigo y venzo mis excusas;
- Confío, nada temo.
Conexiones
La palabra de Dios del Miércoles de ceniza nos introduce en la llamada a la conversión. Esta conversión en primer lugar es una buena noticia: No son los sanos, sino los enfermos los destinatarios de la salvación. ¡Menos mal! Los torpes, los imperfectos, los mediocres, los dubitativos, los débiles, ¡tenemos una nueva oportunidad!
Pero hay que tomárselo en serio, rasgar el corazón y convertirnos desde dentro. Debemos abandonar sobre todo la hipocresía del que hace gestos de cara a la galería, pero sigue con actitudes de siempre. Es el tiempo. Es la hora. |
|