3.2.- El Discípulo Amado

Teresa Peña (España)

FICHA TÉCNICA

La carrera de San Juan. Acrílico 98 x 78 cms.
Autor: Teresa Peña, pintora madrileña, fallecida en 2002. Poco dada a conocer al gran público, es reconocida por la crítica como la voz más cualificada del arte religioso contemporáneo en España.
Estilo: Bajo la influencia del cubismo, y sobre todo de Vázquez Díaz, su estilo se acerca al neorrealismo expresionista, tomando mucho del simbolismo. “El color es el protagonista de su pintura, casi siempre surge de un fondo negro, como matizadas llamaradas de gases raros que despliegan colores tenues. Las figuras surgen de la oscuridad subrayando su volumen gracias a la luz que sólo a ellas ilumina, como suspendidas sobre una profunda y sólida nada.

1. Observa

2. Ser nuevos

3. Vuelve a la vida

 

Discípulo amado

PRIMERA PARTE: Dejaos reconciliar por Dios.
1.1.- San Pedro Arrepentido
1.2.- El Lavatorio de los pies
SEGUNDA PARTE: La obra de la reconciliación
2.1.- La Trinidad
2.2- El descenso a los infiernos
TERCERA PARTE: El ministerio de la reconciliación
3.1.- El icono de la Madre de Dios "odiguitria"
3.2.- El discípulo amado
3.3.- En reparación
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El que vive en Cristo es una nueva criatura:
lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. 2 Cor 5,17

Observa

Una figura de hombre joven ocupa casi la totalidad del cuadro excediendo su superficie. Está vestido con ropas modernas y su movimiento y volumen es poderosísimo. Un intenso color azul matizado en casi todas sus gamas se funde con el negro del fondo. “Como en el Génesis, dice Teresa, me gusta partir de los fondos negros, que no los considero pintura sino vacío y tinieblas. Sobre ese vacío del negro, ausencia de todo, trato de iluminar con luz las figuras que emergen. Pero con una luz hecha de amor trascendente, que aún en las situaciones más oscuras de la vida de cada hombre, le dé una esperanza definitiva de luz y de amor. Esa luz esperanzadora que disipa las tinieblas no es otra que la Luz absoluta. Es decir, Dios [1]. La luz frontal y desde arriba recorta la expresión de la cara, la camisa blanca, y el movimiento decidido de la pierna hacia adelante. Todo es dinamismo.
El estudio del volumen tratado de una forma geométrica, casi cubista y la intensidad del color le dan una fuerza expresiva tan intensa que parece que el espectador debe apartarse para dejar pasar al discípulo.


Teresa Peña, citado por Joaquín L. Ortega, Encuentro en la Luz. Catálogo de la
exposición de Teresa Peña en la Catedral de Burgos, Caja Círculo, Burgos 2008,
pág. 23.

 

Ser nuevos

El cuadro recoge el momento en el que vuelve de la tumba vacía, con la esperanza en el rostro (Jn 20, 2-4.8-10). Teresa Peña ha concentrado dos temas en uno: la carrera precipitada hacia la tumba y la experiencia de la resurrección. El espectro luminoso y etéreo que reposa en su frente es el Espíritu de Dios [2]. Se trata del discípulo que, respondiendo a la intuición sale corriendo transportado por un pálpito. Por eso, cuando ve la tumba vacía, cree. En ese instante comprende y se le revela el misterio de la resurrección. Por eso, cuando sale de la tumba, la autora lo dibuja corriendo, porque es su ser natural la búsqueda. Pero esta vez lleva transfigurado el rostro, con la sonrisa serena y la mirada limpia. El escorzo de la postura nos da a entender que acaba de emprender la marcha de regreso a casa, decidido a comunicar al resto la alegría de la resurrección.


Cfr. Joaquín L. Ortega, o. c., pág. 22.

 

 

Vuelve a la vida

Esta es la invitación que nos hace la obra de la reconciliación, a ser nueva criatura. Lo viejo ha pasado. Somos futuro porque nuestra condena ha sido pagada. Contempla la mirada llena de ilusión del discípulo, su sonrisa: ¿has experimentado alguna vez esa sensación de que nadie puede robarte ya el hecho de ser amado? “¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?” (Rm 8, 35).
Déjate acariciar por la luz lunar. Revístete de una nueva vestidura, renueva la esperanza, las expectativas sobre tu vida tantas veces fracasadas tienen un nuevo horizonte. Todo es nuevo, porque todo has  sido reconciliado en el Hijo.
Contágiate de la fuerza imparable del discípulo que avanza en tu dirección. O te apartas y te quedas donde estás, o corres detrás de él, en pos del que te ha rescatado.


 

 

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