2 Cor 5,19: Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, [21] A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
Observa
La original personalidad del Greco se manifiesta aquí todavía bajo la influencia de Miguel Angel (la monumentalidad de los cuerpos) y de la escuela veneciana (el uso del color: malva, azul, verde). El uso de la luz es cálido y sereno, lejos de las tormentosas sombras posteriores. La composición es muy original y presenta forma de corazón, dentro de la cual se desarrolla toda la acción del cuadro. El centro del cuadro está dominado por el monumental y hermoso cuerpo de Cristo, alargado en su canon pero no tan estilizado como después gustará hacer. El espíritu innovador manierista se refleja en la serpenteante línea formada por la posición del cuerpo de Cristo y Dios Padre. La serenidad de los gestos y la belleza formal de los personajes divinos, contrasta con el patetismo de los ángeles. Los colores brillantes, la pincelada precisa y suelta, el dibujo cuidado, los volúmenes vaporosos de los vestidos, junto con la envolvente luz celestial , dan a la escena una dimensión trascendente casi onírica. La escena está configurada como un “Trono de misericordia”, al estilo de Durero . El cuerpo del Hijo descansa todo su peso muerto en el regazo del Padre, que lo sostiene delicada y amorosamente. Entre ambos hay una contenida relación afectiva de extraordinaria belleza.
Cfr. Joan Sureda et allí,
Historia del arte español, volumen VI: La España imperial, Planeta, Barcelona 1995, pág. 117-119.
Sentido de la escena
En realidad, esta escena no es bíblica, no viene narrada en ningún evangelio. Se trata más bien de un misterio teológico: la consumación de la redención. El Hijo vuelve al Padre después de haber entregado su vida en la cruz. Y el Padre lo recibe con un gesto sereno: ofrece todo su cuerpo para acoger al del Hijo muerto, como un trono; lo sostiene con una delicadeza extrema y su mirada se nos oculta porque está fija el rostro del Hijo amado. ¿Qué habrá en esa mirada? La cara, un tanto demacrada, nos revela lo que ha estado haciendo el Padre mientras el Hijo moría: sufrir con él. Este es el sentido de este cuadro: Dios Padre ha estado participando en la obra de la reconciliación, no ha sido un mero espectador. Y por eso ahora, cuando todo se ha cumplido, lo acoge en su misericordia infinita. “Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres.” (2 Cor 5, 19).
El hecho de que Dios porte la mitra sacerdotal hebrea en vez de la tiara eclesial, nos indica precisamente que Dios Padre es el Creador, y esta verdad nos lleva a otra más sorprendente: Dios creó todo pensando en redimirlo de este modo.
El Greco ha querido eliminar todo dramatismo de la escena principal, hasta las heridas de Cristo parecen insignificantes, como si quisiera resaltar la serenidad divina cuando todo ya está cumplido. En contraste, los ángeles despliegan todo un alarde emotivo. Como si el autor nos mostrase el contenido de una forma aséptica y a la vez nos invitase a reaccionar ante ello suscitando sentimientos de compasión.
Conmuévete
Esta es la intención de la pintura, que nos conmovamos ante lo divino.
Observa el cuadro desde el centro. Pasea la mirada agradecida por el sinuoso cuerpo yerto de Cristo. Traspasa su piel cetrina y sé capaz de ver en él a todos los inocentes, todos los despreciados y olvidados. Siente el calor de ese regazo divino que acoge al Hijo y con él todo el pecado y dolor humanos. Capta la densidad del aire entre la mirada del Padre y el rostro del Hijo.
Repasa los rostros de los ángeles e intenta identificar tus sentimientos con ellos.
Detente en los tres ángeles de la izquierda. Parecen alegorías de las tres virtudes: fe, esperanza y caridad. ¿Qué se puede sentir y desear ante este misterio sino fe, esperanza y caridad? Solo un amor así es digno de fe. Solo una entrega así puede hacernos esperar contra toda esperanza. Solo sentirse amado así puede activar el deseo de entrega sin límites.
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